viernes, 5 de octubre de 2012

La felicidad como máxima aspiración de la educación



Ser niño es ser grande a los ojos de la imaginación
soñar con crecer y ser alguien creado en el corazón
ser piloto, futbolista, cirujano o contador
o todo aquello que creemos es la mejor profesión.

Ser niño es ser ave que vuela libre sin reposo
en busca de la libertad y del enorme gozo
que provoca pensar en ser independiente
y poder decir a mamá "soy autosuficiente"

Ser niño es creer en cuentos de espanto y miedo
a la vez que se espera a reyes de oriente lejos
que regalan con juguetes al buen comportamiento
y agasajan a los peques de corazón no pequeño.

Ser niño es mirar con esperanza al cielo
suponiendo que al crecer este será más bello
y solo esperar con ansias el gran momento
de ser grandes y crear su propio universo.

Ser niño es solo ser inocente de intelecto
comprender con el corazón y no con el pensamiento
tener aún la ilusión y la alegría al viento
que se tiene al vivir como viven los niños, sin miedo.

Tan ciertas son estas palabras, como cierto es la importancia que tiene ofrecer a los niños/as una buena educación y salud.

            Como todos sabemos, es en las primeras etapas de la infancia donde se debe ofrecer mayor atención y cuidado a los niños/as. No se debe privar de ello nunca, porque aquellas necesidades que no sean cubiertas en estas etapas, marcarán toda su vida.

            Es cierto que actualmente hay un gran número de niños/as que carecen del cuidado y atención necesaria, por lo que en las manos de los maestros/as está, en que la cifra se reduzca cada vez más.

No privemos a los niños/as de esa felicidad, de esas emociones, porque jamás podrán experimentarlo a lo largo de su vida. La infancia es el momento más bonito de la vida, o por lo menos debería serlo. Hagamos que sueñen, que vuelen, que investiguen y sobre todo, hagamos que sean felices.

  Elena Cervera Abad.

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